sábado, 19 de junio de 2010

El amigo de la nariz fria


Mi ventana se ilumina por los rayos del sol, la mañana pinta un cielo azul sorprendente y el desayuno esta listo. Hoy no tome mi acostumbrado café, solo he comido algo muy ligero y un poco de fruta.

Es un día perfecto para decirle a díos a un amigo fiel. Hace tiempo que tiene problemas para poder caminar y sus heridas ya son muy graves, mi madre tomo la decisión de mandarlo a dormir.

Me subo a la camioneta junto con mi hermano, quien toma entre sus manos de mala manera al pequeño cachorro, y conduzco hasta el veterinario. Al llegar, él hombre como salido de una película de terror tiene las manos manchas de sangre y en un apequeña mesa de un cuarto adjunto al consultorio a un perro anestesiado, uno muy joven; El veterinario sale a recibirnos mientras les da instrucciones a sus dos enfermeras de cómo proseguir con el perro que esta en la mesa.

-¿Que tiene?, Pregunta el hombre mientras toca al animal con las manos de una manera muy delicada.

-Quedo cuadrapléjico y no sabemos porque, simplemente las patas traseras ya no las mueve. Sabemos que el problema es muy grave porque el pobre no se queja, solo trata de seguir caminando y le ha provocado grandes heridas en su piel, pero no siente nada. A nosotros nos da mucha lastima seguir viéndolo así, por lo que le pedimos que lo duerma.

El señor veterinario con una actitud tranquila nos mira y se lo piensa un poco antes de sacar la solución e introducirla a una inyección. Tomo una de las patas delanteras, busco una vena adecuada y depilo cuidadosamente la piel que se encontraba cubierta con una gruesa capa de pelaje, amarro una liga e introdujo la jeringa.

Yo en todo ese tiempo sostenía el pequeño cuello del perro, no me di cuenta de que tocaba el pulso hasta que deje de sentirlo, la inyección solo había avanzado unos cuantos milímetros antes de que el cachorro muriera. Mi hermano lo acaricio en todo momento.

No lo soltamos hasta que lo apartaron de nuestro lado para meterlo a una bolsa de plástico y nos lo entregaran como una bolsa de basura. 120 pesos mexicanos ha costado el asesinato de un ser vivo.

De nuevo al volante no he dicho ni una palabra, conozco muy bien a mi hermano y se que cuando se trata de animales es el primero en responder por ellos, se que para el lo que paso en el consultorio ha tenido mas peso que para mí.

De camino a casa, repasando en silencio aquellas mascotas que he tenido a lo largo de mi vida, y de cómo se han alejado de mi. Recuerdo haberme prometido el no volver a encariñarme tanto con algún animal después de un perro que tuve y que también tuvimos que dormir por razones muy agresivas para su salud.

El era un cruza muy rara, mas bien parecía un puerco con más pelo, sus patas se doblaban hacia adentro al caminar, su cola larga y dura, su pelaje blanco con manchas marrones y sus cristalinos ojos de color miel.

Un día comenzó a tener convulsiones, vomitaba por todo el patio, ya no comía y su mirada cambio a una muy triste, tenia bichos en la cabeza y con el tiempo empeoraría. Mi madre volvió a tomar la decisión, y que me alejaran de ese amigo fue un golpe muy duro a mis 17 años.

Hace unos momentos llegamos a casa, mi hermano sale de la camioneta para abrir la cochera y me deja a solas con el pequeño bulto a mi lado, casi grito que no me deje ahí, pero comprendí que el tampoco quería volver a tocarlo. Había dejado de ser un cachorro, había dejado de ser un amigo fiel.

jueves, 17 de junio de 2010

Una diosa mortal



Brinca, sonríe y no deja de gritar.

La mujer mas sensual del mundo hace estallar mis emociones con tan solo mirarla, quiero tomarla de esa pequeña cintura y abrazarla hasta romperla.

Sus movimientos siempre tan energéticos, llenos de pasión por lo que hace, de sus labios brilla la seducción y el deseo.

Ella es alta y tímida pero te pide a gritos que la hagas feliz. Si pudiera tener esas largas piernas, cuanto daría por tenerlas.

Quisiera romper ese ligero traje ajustado y sintético, le clavaría las uñas hasta desgarrarle la piel y dejar brotar la sangre a borbotones.

Quiero ver su interior, como si lo que ahora me muestra no me bastara, quiero ver que hay mas allá de esos pequeños senos y ligeros movimientos de cadera.

Quiero partirla en mil pedazos para que el rojo de su ser se impregne en mis dedos y nunca se aparte. Quiero tocar su esencia y jamás renunciar a ella.

Ella cierra los ojos y es lo peor, me ha dejado, se ha ido, y viaja como siempre entre sus pensamientos, la música y la letra de sus canciones. Vuelve!

Grita, escúpeme en la cara y sigue brincando… Karen no me dejes.