viernes, 2 de enero de 2009

Atardecer


Si pudiera elegir el día de mi muerte, este caería en otoño.


Porque el lugar se llena de mis colores y olores favoritos.

Pero sobre todo, porque nadie te recuerda después de primavera.


El café y verde seco cayendo de los árboles;

Los que me llenan la cara de sonrisas con el rose

de cada uno de ellos.


El día de mi muerte sellada con un atardecer observado desde una vieja ventana, Que se asoma desde lo alto de una casucha, decorara por el mal gusto de mis manos viejas, Que ya no levantan ni sus propias penas.


Sentada en una mecedora disfrutando de mí último rojo y caliente café, es así como me despido de la tierra que me vio nacer la que me hizo ilusionarme, enamorarme y padecer.


Pero si la naturaleza no es agradecida con lo que le he dejado, se que mi fin no llegara ahí.


Estaré de acuerdo contigo si solo me permites mezclarme con mi último rojo y caliente café, obsevando aquel caer de hojas que adornaran mi principio a la llegada de la penumbra.


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