viernes, 15 de mayo de 2009

Ángel de dulce.

La luna baña sus deliciosas caderas que se mueven al ritmo de las olas,

que más daría yo por tenerlas entre mis manos y rozar sus sencillas curvas,

quien fuera marinero de mil lenguas

que conociera el encantamiento con el cual te entregas.

Solo me queda admirarte de lejos,

dejarte ir cada que atraviesas mi muelle;

déjame acercar y acariciarte,

solo con hablarte y tus oídos no escucharan otra cosa que mis blandos versos,

no dejes que la luna sea la única que te rodee.

No necesito mirar para saber que estas ahí, el aroma que desprendes bajo tu ropa es inconfundible,

es el aroma el que te delata, el de la más fina mujer.

Te destrozaría en un minuto toda tu dulzura, derretiría tu piel y me atragantaría con tu delicadez,

que mas da morir así asfixiado por las mieles de tu cuerpo,

el mas memorable de los sacrificios,

pasaría por el una y otra vez.

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