martes, 23 de noviembre de 2010

Una de tantas noches (2)

2

Juro que trate de hacer tarea pero las matemáticas no son mi fuerte, además con lo que le pasó a la maestra no creo que valla mañana. Así que desistí y preferí leer un libro que dejo mi padre en su habitación de aquella antigua casa. Se que no debo pensar en él, bueno eso dice Raúl, porque es un desgraciado al dejarme solo pero creo que me quería decir algo al dejar esté libro en ese cajón.

Un libro de poesías, las más hermosas palabras se escondían en esas hojas. Creí que jamás terminaría de leerlo pero a escondidas lo llevo a la escuela y me encierro en uno de los cuartos de aseo para poder leerlo, si Raúl se entera me golpearía y rompería lo único que me queda de mi padre. No se mucho de poesía o de arte pero lo que sé es que algún día me gustaría escribir algo así, cada párrafo es interesante pues te muestra una imagen, un sueño, un rostro o un…

-Quien anda ahí- mis pensamientos son interrumpidos por un ruido en el pequeño patio de mi casa. -Dije, quien carajos está ahí!-

-Valla mi Juan, si que tienes agallas. Si hubiera sido otro desde este lugar te podría matar de un sólo tiro-

-Raúl?-

-Pues quien mas bruto, ven sígueme. Como no llegaste te traje a mis amigos hasta tu casa sólo tienes que salir-

-Pero mi mamá me castigo-

-Te estoy preguntando eso?, eso es algo que no me interesa, no seas bruto y salte-

Tomo una chaqueta que estaba sobre la cilla y salgo por la ventana de mi habitación que da al patio. Como mi casa solo tiene una planta no es difícil brincar pero para salir del patio a la calle, que esta detrás de mi casa, tuve que acercar una cubeta… “creo que aun me hace falta desarrollarme”.

Debo admitirlo estoy nervioso, es como cuando llega navidad y los regalos esperan. Ellos, sus amigos, esperan en una esquina con cigarros prendidos y diciendo muchas cosas graciosas que yo no entendía pero por el modo en que reían debería de serlo. Raúl no se separa de mi y siempre me esta guiando. Llegamos aun lado de ellos, creo que es en estos momentos en los que me siento un niño aun, eran grandes, que digo grandes eran enormes.

Las expresiones de sus rostros eran de una persona llena de experiencia, como si pudieras ver el rostro de un dragón japonés o el del mismo diablo. Me dio mucho miedo verme rodeado de personas que no conocía porque todos me miraban con recelo, aunque no era el único, Raúl y otros niños de su edad había llevado a más niños que al igual que yo estaban un poco inquietos por saber que hacíamos o haríamos ahí.

Fue cuando el tipo grande, al que todos tenían respeto, abrió la boca -Pues bien, están todos!? Trataremos de hacer esto rápido y nos regresamos, pero, como aun es muy temprano esperaremos por lo menos otras dos horas más-.

-Un momento, a donde me trajiste Raúl?, que vamos hacer luego?, algo malo?-

-No seas tonto, claro que no, sólo vamos divertirnos. Mira vamos a visitar al otro barrio para darle un aviso que él Chuy cree necesario. Mira, tú quédate conmigo y haz lo mismo que yo, todo saldrá bien-

-Quien es Chuy?-

-Es el chango que hablo-

Tenía en la cabeza mil cosas como… que pasara cuando mamá se de cuenta que me salí de la casa, ahora si me sacara de la secu?... Cuando Raúl me saco de mi casa eran las 11, justo ahora ya ha de pasar la media noche. Todos los niños nuevos como yo se agrupan y hablan de lo que vieron en la televisión, trato de acercarme para saber de lo que me perdí pero Raúl ya tenía planes.

-Mira Juan te presento a mi novia: Andrea, ella también nos va a acompañar para que veas que lo que vamos a hacer no es malo o peligroso, ya me tienes mas confianza?-

-Bueno, te creo-

En realidad no era cierto, pero él es mi amigo y entre amigos no se falla. Me quede a su lado mientras hablaba con su novia de cursilerías. Raúl no es mal parecido, es más grande que yo, un poco más lato y también un poco más estúpido. Si yo quisiera podría quitarle a Andrea, al cabo que sólo es un poco más alto que yo.

-Bueno niños vamos a jugar, todos traen algo verdad?, pues vamos que ya nos esperan-

En esos momentos Raúl deja de abrazar a su novia y me mira a los ojos, saca algo de su bolso del pantalón y me da un navaja improvisada hecha con un pedazo de fierro duro atado a un trozo pequeño de madera, mirándolo atónito trate de decir algo cuando su novia saca de una bolsa negra que cargo desde que llegó con Raúl, unos trozos de madera largos y un tanto gruesos que entrego a el y a mí.

Si antes estaba nervioso, en esos momentos sentí que las piernas me temblaban, las cosas se ponían raras, creo que jamás nadie olvidara esa noche, por lo menos mi madre no.

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